Todavía le tiemblan las piernas. Todavía siente cansancio. No le falta el aire, por supuesto. Ella, de eso sabe, sabe mucho. Entiende que para llegar lo más alto posible tiene que sacrificarse y esforzarse en dosis iguales. Concluye un trote regenerativo por fuera de la pista principal del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), se cambia las zapatillas y se arropa lo más pronto posible porque no puede dejar nada librado al azar. Un resfrío, por pequeño que sea, podría dejarla afuera de su próximo gran desafío: el Medio Maratón de Buenos Aires, la carrera de calle más convocante del país que se corre el próximo domingo 26 de agosto. “Siento que estoy muy bien, lo que cuesta vale”, dice Mariela Ortiz a Atletas, al tiempo que invita un mate para repeler el frío y la llovizna que cae precisa y punzante.
A su lado, Fernando Díaz Sánchez, su entrenador de toda la vida, le da una última indicación. En realidad, la felicita por las 5 pasadas de 1600 metros. “Muy bien, Mari. Fuiste muy regular. Falta menos”, le dice.
Y ella regresa y agrega: “Espero hacer una buena carrera, entrené mucho todo el año y será mi plataforma previa al maratón de Buenos Aires. Ya corrí dos maratones afuera del país: Rotterdam y Berlín. Cada una tuvo lo suyo, pero acá va a ser distinto porque corro en mi país, cerca de los míos y eso puede ser muy positivo”.
Claro, para ella, correr un maratón por las calles porteñas significará un debut que postergó. “Afuera no te conoce nadie. Acá es diferente. Corrés con los tuyos y entre los tuyos”, desliza con un poco de timidez.
Mariela Ortiz, el triunfo de la humildad
Es que realmente no le gusta ser el centro o, más bien, estar en el ojo de la tormenta. Por el contrario, prefiere pasar desapercibida. Algo que no impide que sea de las atletas argentinas con más carisma.
Como botón de muestra basta verla en cualquier carrera para darse cuenta del afecto que genera entre los corredores amateurs. “A veces me cuesta dimensionar el cariño que me dan las personas. Es algo que valoro y agradezco siempre. Sentirte querida por tu entorno es fundamental y necesario. Pero que personas que no te conocen en la intimidad, que te conocen de las carreras o de las redes sociales me den tanto afecto es un capital invaluable”, cuenta.
Semejante riqueza que tiene un punto límite: “En la vida como en el deporte, no perdono la traición ni la ingratitud”. Por un momento deja de lado una sonrisa cautivante y, como si estuviera en plena competencia, muestra la coraza de mujer dura y decidida que le permitieron capear algunas privaciones y ausencias que empezaron a forjar su carácter desde muy chiquita.
De conexiones y carisma
–¿Alguna vez te pusiste a pensar el cariño que te brindan tantos corredores amateurs porque se sienten identificados con vos?
–Creo que tiene que ver con que empecé de grande y me convertí en una atleta profesional a pesar de obstáculos como la edad, la profesión, la maternidad. Es algo así como cumplir el sueño del pibe: jugar al fútbol en un club de primera. Yo pude hacerlo, pero en el atletismo.
–¿A quién admirabas cuando empezaste a correr?
–Cuando empecé a correr no sabía ni de qué se trataba, no tenía referentes; más adelante fui conociendo a Adriana Calvo, Clara Serino, a Rita Femia, y más adelante aún a Marita Peralta y Roxana Preussler. Lo mío con el atletismo fue un camino de ida. Una vez que empecé no paré nunca más. Encontré mi pasión y de eso se trata la vida.
La conexión de Mariela con el atletismo, relata siempre, fue algo inmediato, como un perfecto instante en el que se sintió más viva que nunca. Tan viva que se aferró a este deporte “para siempre” como nunca antes lo había hecho con algo.
Mariela Ortiz, frente a la pantalla
Vive un deporte del que se siente protagonista y junto con los atletas de su generación vivieron un cambio que se dio en todos los órdenes de la vida: el tecnológico. “La tecnología ha cambiado todo en nuestras vidas, sobretodo estos últimos años. Imaginate que tenemos relojes que te cuentan desde los pasos, tu cadencia, las calorías, y te avisan si no estás haciendo suficiente ejercicio. Aplicada a nuestro deporte es genial, todo ha mejorado notablemente: la ropa, el calzado y eso facilita mucho las cosas”, describe.
Y añade: “Antes corrían con ropa que no era tan técnica como ahora. Y con las zapatillas es algo que se nota mucho más: casi no había diferencia. Hoy en día, un calzado no te digo que te hace ganar pero puede ser determinante ante tanto impacto sobre la calle”.
–Hablás de calzado, ¿qué es lo que buscás cuando elegís un calzado?
– Lo primero que pretendo es comodidad. Es decir, tenés que sentirlo cómodo de ahí en más empezás a buscar y a hilar más fino: amortiguación, peso, adherencia al suelo, durabilidad, etcétera.
En mi caso, la mejor zapatilla es la que más cómoda sentís después de hacerle por los menos 10k. Para los 21k de Buenos Aires voy a usar las Pegasus Turbo porque, al margen de lo estético, son muy reactivas y tienen buena amortiguación y adherencia.
Las Turbo son ideales para esta carrera, son el resumen perfecto de un calzado fuerte como lo son las Pegasus pero con la increíble incorporación de una súper suela ZoomX que le dan la reacción de una zapatilla mucho más veloz.
Y para fondos largos, pero no a ritmos fuertes, amo las Vomero, sobre todo cuando me volqué a las distancias más largas porque son cómodas, se bancan muchos kms, tiene una suela excelente y encima son lindas, ¿qué más?
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Madre, profe y soñadora
Madre de Olivia, su hija de 6 años, Mariela es además profesora de historia, una profesión que pospuso incluso antes de los 28 años, cuando empezó a correr cada día un poco más.
Desde allí, explica, descubrió todas las aristas de un deporte que, como pasará en el Medio Maratón, habrá un vencedor y una vencedora, y miles de personas que cruzarán la meta después de correr 21,097 km.
“Creo que este año va a ser más complicado que el año pasado. Va a haber mucho más nivel. Eso hará que sea una carrera súper difícil para todas”, asume quien fuera tercera entre las argentinas en la edición pasada.
–¿Soñás con ganar una carrera así?
–Uno nunca debe dejar de soñar. Pero ese sueño debe estar teñido de un manto de realidad. Y claro que sueño con ganar una carrera así.
–¿Qué es ganar y qué es perder?
–Ganar es ser honesto con vos y con tu entorno, es hacer lo que amás. Ganar es saber que no todo es como quisiéramos, pero que al final del día no heriste a nadie.
Perder es faltarle el respeto a alguien, es creer que las redes sociales son un modo de vida, la vida es este momento, vos y yo hablando. Si te la creíste, ahí perdiste.